- Te extraño – dije en voz alta. Si fuera la típica historia romántica dedicada a levantar suspiros, este sería el momento donde confieso que sentí una puerta abrirse y mi corazón liberarse, que aceptaba el dolor y estaba, al fin, listo para un nuevo amor.
Pero no. Todo quedo igual. No llegó el alivio que tanto espero, tan sólo se acentuó mi soledad.
Te extraño y siento un vacío en el pecho con cada respiro que doy. Aunque no esté pensando en ti – situación no muy frecuente – te llevo en cada poro de mi piel.
“Nosotros” murió sin haber nacido.
- Simplemente no sientes lo mismo – dijiste, y la tristeza invadió tu mirada.
- Vivimos a cientos de kilómetros de distancia, y a pesar de vernos relativamente seguido, a distancia todo es difícil – ofrecí como primera excusa.
- Simplemente no sientes lo mismo – tu tristeza inundó mis pulmones
- Además, aunque charlemos todas las noches como hasta ahora, no creo que sea buena idea – dije con un suspiro. Segunda excusa.
- Simplemente no sientes lo mismo – resignación acentuando tus palabras.
- Tienes una relación muy extraña con Sebastián. Se que ustedes son solo amigos, pero no entiendo tu situación con él – dije, tratando de acallar el atronador bombardeo de mi mente.
- Simplemente no sientes lo mismo que yo – una estrella fugaz atravesó tu mirada, luz brillante que se fue para nunca volver.
- Además somos fantásticos amigos, contigo puedo ser yo mismo, te puedo abrir mi alma completamente, puedo hablar tanto de mis tonterías como de mis más profundos deseos. Tu amistad es muy importante para mí – dije, dándome cuenta que ya estábamos en una relación.
- Mira Esteban – aquí supe que era el final, que era demasiado tarde para arreglar mi error – se que no quieres lastimarme, así que es más fácil llamarlo por lo que es: simplemente no sientes lo mismo que yo. Por este motivo pondré distancia emocional entre nosotros. E lo mejor para mí, pues siempre estaré esperando algo más y eso no es justo para nadie.
- Pero, Aurora, yo te adoro, tú lo sabes. Todo esto ha sido una sorpresa para mí, me cayó como un balde de agua fría directo a la cara – me pregunto si esa humedad en tus ojos es el residuo – no te alejes de mí, de verdad me duele lastimarte, no poder corresponderte – dije, escondiendo mi miedo tras una mentira.
- Es culpa de nadie, pero estas cosas pasan, lo siento de veras.
Me pediste que no te buscara más, diste media vuelta y te marchaste de mi lado.
Aún siento el calor de tu mano entre mis dedos; me quema.
Te extraño y ardo de rabia y celos de solo escuchar que vas por el mundo acompañada de mejores hombres que yo.
Cobarde, es lo que soy. Ciego, es lo que fui.
Te extraño, hasta nunca ma chérie.
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